
Esta semana fue mi 34º cumpleaños, y en honor a ello he preparado un listado con 34 lecciones que he aprendido en mi vida adulta y que me sirven día a día.
Este post tiene un hermano en mi otro blog, Laura Redacta, enfocado a la creación de contenidos online. Si te apetece echarle un vistazo, haz click aquí. Lo publiqué el pasado martes, y se me ocurrió repetir el formato pero desde una perspectiva más personal, compartiendo 34 lecciones de mi vida adulta.
- No por hacer un sacrificio mayor (en tiempo, en esfuerzo o económico) se te van a garantizar mejores resultados. A veces sí, otras veces no.
- Decir «no» no te hace peor persona.
- Hay personas malas, agresivas o manipuladoras, y todos tenemos que tratar con ellas en diferentes momentos y ámbitos. Cuanto antes aprendas a reconocerlas para tratarlas con la distancia que necesitas, mejor.
- Comprender lo que puede llevar a alguien a hacerte daño no significa que tengas que perdonarle o darle una segunda oportunidad.
- No todo es urgente.
- Los amigos más fieles no siempre son los que ves con más frecuencia.
- Y a veces encuentras auténticos apoyos en personas con las que no tienes tanta confianza.
- Aprender a comer bien también es aprender a comer de todo sin culpabilidad.
- Es importante que mostremos hacia nosotras mismas la compasión y paciencia que ofrecemos a los demás.
- No todo lo que deseas lo vas a querer a cualquier precio ni en cualquier circunstancia.
- A veces las mejores oportunidades surgen de las casualidades más nimias.
- La ropa que me queda pequeña difícilmente volverá a servirme, y no pasa nada.
- Cuando un empleador te dice «aquí somos como una familia», permanece alerta. Casi siempre quiere decir que el negocio se sustenta en pedirle favores a los empleados, es decir, en explotarles.
- Hay mil formas de mostrar atención, cuidado o preocupación por alguien.
- Apuntar las pequeñas tareas en una agenda (por ejemplo, «llamar al veterinario» o «renovar la cuota del curso») va genial para descargar la mente.
- Hay pocas cosas inherentemente buenas o malas. El problema radica, casi siempre, en cómo se utiliza o se consume algo.
- El respeto hacia uno mismo y hacia los demás es la base de todo.
- No le debes explicaciones a nadie, y nadie te las debe a ti.
- Estar más agobiada o más estresada no te hace mejor profesional.
- El éxito no tiene porqué estar fuera de tu zona de confort. A veces, el éxito radica precisamente en encontrar esa zona de confort.
- Aunque parezca que la religión es una forma de mantener cierta brújula moral, eso ya lo proporciona el civismo, el respeto y la buena educación.
- Envejecer es bueno, no todo el mundo alcanza a vivir tu edad, sea cual sea.
- Sentir dolor no es normal.
- Tenemos más control sobre las situaciones que ocurren en nuestro entorno y cómo nos afectan de lo que creemos.
- Quien bien te quiere no te hará sufrir. Hará todo lo que esté en su mano para evitarlo.
- No tienes que ser el mejor (ni tener afán de mejorar) para disfrutar de un hobby.
- Tampoco tienes que monetizar todo aquello que se te de bien.
- No hay emociones malas, sólo incómodas o difíciles de manejar.
- Mi manera de hacer las cosas no tiene porqué ser la mejor.
- Haz lo que, en el fondo de tu corazón, sabes que es lo correcto.
- Hay belleza y paz en la imperfección.
- Nos complicamos la vida innecesariamente cada vez que nos dejamos llevar por presiones sociales.
- El pasado es un buen maestro, pero un mal hotel: no te quedes ahí.
- No es lo mismo ser productiva que estar ocupada.
¿Coincidimos en algún aprendizaje?
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