La filosofía slow life (o vida lenta, en español) se centra en la importancia de vivir de una forma más pausada. El término slow hace referencia a esta lentitud, pero también a las siglas de las diferentes cuestiones en las que se centra este estilo de vida:
- S de «Sostenible», ya que quienes llevamos a cabo esta forma de vivir buscamos reducir el impacto ecológico de nuestras acciones.
- L de «Local», puesto que se potencia la compra en negocios locales y el uso de materiales e ingredientes de proximidad.
- O de «Orgánico», puesto que el slow living también implica ser consciente de las consecuencias que tiene, a nivel global, la producción en masa (por ejemplo, en la moda o en la alimentación).
- W de «Whole» («completo»), ya que el objetivo es que cada persona viva de la forma que más se ajuste a sus prioridades, necesidades y objetivos, sin dejarse llevar por el ritmo desenfrenado de la sociedad actual.
La slow life se basa, en resumen, en evitar el estilo de vida ajetreado y caótico que se ha generalizado en las últimas décadas, y aprender a bajar el ritmo para mejorar nuestra salud mental, ser más consciente de nuestro entorno y vivir en el presente, sin dejar de lado las enormes ventajas que nos proporcionan las nuevas tecnologías.
«Hemos progresado muy deprisa, pero nos hemos encarcelado a nosotros mismos. El maquinismo, que crea abundancia, nos deja en la necesidad. Nuestro conocimiento nos ha hecho cínicos. Nuestra inteligencia, duros y secos. Pensamos demasiado, sentimos muy poco. Más que máquinas necesitamos más humanidad. Más que inteligencia, tener bondad y dulzura.»
Charles Chaplin, en el discurso final de El Gran Dictador